Veranito, sol, calor, muuuuuuuuuuuuuucho calor... amor, sexo, rock n'roll.... En esta época del año es casi obligado pasarlo bien, sentirse más vivo que nunca y disfrutar de cada momento. Spots publicitarios que te transportan a lugares de ensueño, bebidas refrescantes y mágicas que te hacen más fashion, más guapo, más guay... Chicas y chicos de infarto que no sabes dónde se esconden por las calles... Y las vacaciones, las deseadas y largamente esperadas vacaciones, planeadas o no, en compañía o a solas, un espacio vital para hacer lo que nos venga en gana...
Pues me resulta muy curioso que justo en este marco incomparable para el disfrute, la diversión y el relax son muchos ya con los que he mantenido conversaciones profundas y en ocasiones, un tanto deprimentes... Y es que el tiempo libre es lo que tiene, que tenemos que convivir más con nosotros mismos y con los demás, que no hay excusas para posponer aquellos temas que durante el año nos rondan por la cabeza y mantenemos en el más absoluto ostracismo mental y emocional. Es en estos tiempos de menor actividad en cuándo vuelven con más fuerza y del cielo empiezan a caer sobre nuestras cabecitas amargos limones que nos devuelven a la realidad, pero a la de verdad, a nuestra vida tal cual es, sin excusas ni escondites a dónde escapar.
Y es entonces cuando nos enfrentamos a una paradoja vital que nos angustia: se supone que deberíamos estar contentos, alegres, disfrutando y lo único que podemos hacer es sucumbir a esos limones "asesinos" que nos bombardean día si, día también, con las preguntas del millón:
- ¿Soy realmente feliz?
- ¿Cuándo elegí la vida que llevo?
- ¿Amo a mi pareja o nos hemos acomodado?
-¿Me ama ella a mí?
- ¿Por qué sigo trabajando en algo que no me apasiona?
....
Un limón, medio limón, dos limones, medio limón, tres limones, medio limón... Y así, vamos tirando, vamos sumando derrotas y esquivando ahora uno y recibiendo el impacto brutal de otro más allá... En fin, un asco de verano... un asco de tiempo libre para el disfrute.
La buena noticia de todo esto es que la solución a la lluvia de limones vitales que nos agobian la tenemos nosotros mismos, está en nuestro interior. Y es que en nuestra mano está hacer una refrescante y dulce limonada que nos revitalice y, de paso, podamos compartir con nuestros seres queridos. Algunos ya saben la receta muy bien y por eso el verano y el tiempo libre es lo que debería ser, un tiempo especial, un regalo anual para el disfrute personal. Otros estamos aprendiendo, no siempre sale en su punto pero como mínimo los limones caen en el cesto que toca, los exprimimos a tiempo y no nos sacan un ojo del porrazo. Por último, otros todavía se encuentran desorientados, magullados y aturdidos por una lluvia de limones que puede llegar a enterrarlos si alguien no los remueve a tiempo.
Moraleja: "Si del cielo caen limones, aprende a hacer limonada"
Y lo más importante, acuérdate de invitarme...
;)
Un fuerte y refrescante abrazo!
Elena